06 junio 2008

CARTA ABIERTA AL SEÑOR PRESIDENTE MANUEL SOSA SALINAS


He leído con preocupación, que Jorge Esteban López García ha sido amenazado por todas las críticas que ha proferido en contra de usted y de algunos otros integrantes del ayuntamiento. La verdad, no sé a quien se le ha ocurrido la idea de amenazarlo y meterse en la vida privada de Jorge, pero a quien sea que se le haya ocurrido semejante idea, puedo decirle que está cometiendo una pifia muy grande.
El tratar de chantajear, amenazar y silenciar las críticas que se hacen a los gobernantes, en verdad que está pisando terreno muy espinoso: Primero, porque en lugar de que logre silenciar a los críticos, los hará criticar con más ahínco, y; segundo, porque jamás lograran silenciar a lo críticos, ya que en la actualidad, hay muchas formas de criticar sin ser siquiera identificados.
Señor presidente, el señor Jorge Esteban López García, ha dado su nombre, no se ha ocultado y ha tenido el valor de criticarlo a usted de frente, así que lo menos que él merece, es un trato de caballeros. Por tanto, si a usted se le ocurrió la idea de amenazarlo, chantajearlo y publicar ciertos “volantitos”, lo que yo le recomendaría es que no siga haciendo eso y que, por el contrario, le garantice su libertad de expresión. Pero si usted, señor presidente, ha sido aconsejado por alguien para amenazar, chantajear y publicar esos volantes, lo que yo le sugiero es que despida inmediatamente a ese “asesor” que le aconsejó tal cosa, porque entonces, su enemigo no es Jorge, sino ese “asesor” que le aconseja semejantes tonterías. Por último señor presidente, si usted no ha tenido intervención alguna en esas amenazas y en la publicación de esos volantes, lo que yo le sugeriría es que investigue quién está atacando al señor Jorge Esteban López García, para impedir que se le continúe atacando en esa forma.
Señor presidente, tome muy en cuenta, que su enemigo es aquél que le esté a usted aconsejando chantajear, amenazar y publicar volantitos en contra del señor Jorge Esteban López García, ya que la crítica es muy buena.
Señor presidente, usted debe estar convencido de que la crítica debe ser siempre bienvenida, sobre todo aquella crítica constructiva que publica el señor Jorge Esteban López García. Señor presidente, retenga muy bien en su memoria que usted en lugar de atacar a sus críticos, los debe estimar, valorar y tomar en cuenta. Jamás, ni por error, los debe perseguir para atacarlos.
Señor presidente, al respecto, le voy a trascribir en el párrafo siguiente, unas líneas que escribió un escritor Tlaxcalteca, las cuales, le pido tome muy en cuenta.
“EL SERVILISMOCRISANTO CUELLAR ABAROA
NO TE CREAS DEL SERVIL QUE TE RODEAPARA ADULARTE CON HALAGOS VANOS;SUS LABIOS ENCENDIDOS COMO TEAVENENO DEJARÁN SOBRE TUS MANOS.
NUNCA LEVANTAN HACIA TI LA VISTAY ARRASTRAN, PROSTERNADOS, LA RODILLASU RUDO INGENIO A LO SERVIL SE ALISTA,AUNQUE SU MENTE MANCHEN CON ARCILLA.
JAMÁS SE ATREVEN A INDICARTE UN PASOPOR LA SENDA DEL BIEN, COMO ES DE AMIGOS,MÁS CUANDO ESTÉS HUNDIDO EN EL FRACASOSERÁN, SEÑOR, TUS PEORES ENEMIGOS.
SON HIENAS IRREDENTAS POR EL VICIODE USAR DOLOSAMENTE PIEL DE OVEJA,MÁS SI TE VEN CAÍDO AL PRECIPICIO, NO LES LLAMES JAMÁS PORQUE SE ALEJAN.
TEN MÁS CONFIANZA EN EL SERENO GRITODEL LIBRE PENSADOR QUE TE COMBATE,LA VOZ DE LA VERDAD ES LO INFINITOAYUDA AL HOMBRE, PERO NO LO ABATE.
GENTE SERVIL, OS VEO COMO LEPROSOSQUE OS ARRASTRÁIS SIN FE POR LOS PANTANOS;NO OS IMPORTAN LOS CUADROS VERGONZOSOS:¡LLENOS ESTÁN DE INFAMIA VUESTRAS MANOS!
¿QUERÉIS HALLAR APOYO EN EL MÁS FUERTE?NO LE ADULÉIS CON FÚTIL CONVENIENCIA¡LEVANTAD LA CERVIZ! ¡MEJOR LA MUERTE QUE EL TRISTE DESHONOR DE LA CONCIENCIA!”
Señor presidente, en estas líneas que acabo de trascribir, he subrayado un párrafo, donde se puede leer que las personas debemos confiar más en aquél que nos critica, que en aquél que nos adula vanamente. Señor presidente ¿no se ha puesto a pensar, que una de las razones de tantos errores que usted ha cometido, sea precisamente que sus asesores no le dicen sus errores y que por el contrario le “dan su avión” para que se usted se hunda? ¿No se ha puesto a pensar que sus “asesores” no le indican los pasos del bien como es de amigos, porque a ellos les conviene que usted esté en el error para que se aprovechen de su ignorancia?
Señor presidente, hay una vieja práctica en el arte de la guerra, que sugiere que si el enemigo está en el error, no se le debe distraer. Desgraciadamente, sus “asesores”, es lo que están haciendo, no le están diciendo sus errores, ni lo corrigen a usted ni nada, porque a ellos no les interesa que sea usted un buen gobernante, lo que les interesa a ellos es que usted esté en el error, que esté usted ignorante de muchas cosas, para que así ellos se aprovechen de usted y al final lo dejen solo.
Señor presidente, sus asesores, imagino, aprovechan su cercanía con el gobernador para hacerle creer a usted que todo lo que haga mal en su ayuntamiento quedará impune, pero no se crea nada de eso, piense que cuando se le termine a usted el cargo, el gobernador también sale. Póngase a pensar, que qué pasará si después de usted llega un presidente que al ver todas las cosas mal se vuelva contra usted.
Señor presidente, no ataque a sus críticos, no lo haga, en verdad es peligroso para usted, piense, que eso ni siquiera al presidente de la república se le ha ocurrido ¿y sabe por qué? Porque es muy peligroso ir en contra de derechos tan elementales como el de la libertad de expresión. El pasado lunes, leí en el periódico El Universal una columna que escribió Jacobo Zabludovsky, la cual trascribo para que la analice usted y vea, cómo se debe tratar a aquellos que lo critican:
“ToleranciaJosé Pagés Llergo decía que no deseaba tener amigos políticos, porque la amistad le impedía escribir con libertad sobre ellos, opinar acerca del desempeño de sus cargos públicos, denunciar sus tropelías, exhibir sus torpezas. Él, que era un devoto de la amistad, anteponía ésta al deber periodístico, a la tentación profesional de ganar una exclusiva a costa de la relación personal cultivada con el cuidado de un tejido de encaje. Durante los muchos años de trabajar en su revista observé cómo, sin dudar un instante, evitaba escribir el mínimo ataque a un amigo, aunque nunca dejó de publicarlo si lo firmaba algún colaborador, cuyos trabajos eran respetados como dogmas. Practico el ejemplo de Pagés y cuido de no molestar a los pocos amigos que me quedan, pero nunca he sabido reaccionar sin dificultad cuando me encuentro de pronto con alguien a quien no traté con dulzura en alguno de mis comentarios periodísticos. En esos casos procuro parecer frío, actuar con naturalidad, disimular que estoy alerta en espera de algún reproche. Me ocurrió eso el martes en el aeropuerto Kennedy. Huí a Nueva York al enterarme de que un grupo de conspiradores preparaba un fiestón para celebrar mi cumpleaños número 80. Al abordar el avión de regreso tropecé literalmente con el licenciado Santiago Creel. El instinto de conservación puso en mi memoria el archivo de los despropósitos de que fue mi víctima, desde sus tiempos de secretario de Gobernación hasta los actuales de líder del Senado, pasando por la época fugaz de su precandidatura a la Presidencia de la República. El saludo sin problemas me recordó el estilo de las revistas españolas del corazón cuando hablan de los divorciados: muestran un trato civilizado. Lo peor, que resultó lo mejor, fue que ocupamos asientos de la fila 1, pasillo de por medio. El licenciado Creel sacó su libro y no volví a saber de él. Subrayaba frases enteras, palabras sueltas, al margen escribía notas y signos misteriosos, en carpeta aparte dejaba párrafos más largos. Le pregunté qué leía cuando al aterrizar cerró su libro. Cien años de confusión: México en el siglo XX, de Macario Schettino. Lo elogió con la pasión de un lector entregado, repitiendo algunos conceptos sobre constituciones y episodios de la historia de México. Me interesé, pregunté. Prometió mandarme el libro. Ninguna escena, ningún llanto, simplemente fue un adiós inteligente de los dos. Al llegar a mi casa, disfrutando aún el milagro de la tolerancia, encontré una carta con el membrete de Vicente Fox Quesada y Marta Sahagún de Fox. Los buenos deseos normales, pero con un agregado manuscrito: junto a “un fuerte abrazo” las firmas de Fox y de su esposa. Después de los Bucareli a ellos dedicados y de las veces que han sido víctimas de mis comentarios radiofónicos, no me esperaba su carta y menos tan afectuosa. Tampoco la de Felipe Calderón Hinojosa que junto a la anterior estaba. No he sido su rapsoda y sabe que no voté por él. Sin embargo, se presenta con un “Estimado Jacobo” que se agradece como introducción a un párrafo amable con su firma sobre el nombre y Presidente de los Estados Unidos Mexicanos. En el pasado quedaban mis artículos sobre los primeros meses de su presidencia, el proyecto petrolero y los miembros de su gabinete. Superado también el contenido de la columna sobre el fallo de la Suprema Corte en la controversia de Lydia Cacho con el gobierno de Puebla. Con la elegancia de los bien educados, el ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia, presidente de la SCJN y del Consejo de la Judicatura Federal, a quien por sus cargos estuvieron dirigidos mis dardos, demostró que no le hicieron el menor daño, por lo menos en su ánimo, porque su carta, rematada con un “cordialmente”, borra la preocupación de que algo pudiera enturbiar esa amistad que en mucho aprecio. Bajo el tambache esperaba otra carta que hube de leer varias veces porque no la podía creer, después de lo que he dicho y escrito de su remitente. Sobre el “Estimado licenciado Zabludovsky” un don Jacobo manuscrito, como para abundar en el respeto. Y al calce, bajo la firma de Juan Camilo Mouriño Terrazo, secretario de Gobernación, de su puño y letra: “Un fuerte abrazo!” Nota: el signo de admiración viene en el original. Muchas moralejas podrían extraerse de estas cartas, pero me regocijo con una que tiene valor de lección cívica. Cualquiera de los mencionados, personajes que ocupan algunos de los cargos públicos más importantes del país, hubieran podido no enviar carta alguna si se dejaran guiar por el rencor. Obedecieron a un impulso voluntario, lejano a cualquiera obligación, para decir sin palabras a qué grado respetan la opinión ajena, las críticas de un periodista sin más intención que decir su verdad en un México nuevo de opiniones plurales de todo género, textura, matiz y fondo. Espero que no cambien. Yo no cambiaré. Por lo pronto, a los mencionados en este Bucareli los invito a echarnos un taco y, si quieren, algo menos sólido para celebrar mi fiesta. Yo pago.”Señor presidente Manuel Sosa Salinas, le trascribí esa columna, para que aprenda cómo se debe tratar a los críticos. En esta columna podrá apreciar, que no obstante que Jacobo Zabludovsky ha criticado duramente al presidente de la república, al secretario de gobernación y a algunos ministros, éstos, en lugar de atacarlo, el día de su cumpleaños le mandaron sus felicitaciones. Ojalá aprenda usted algo de eso.
Jorge, al parecer ha claudicado y dice que ya no se referirá más a usted, porque dice que jamás entenderá usted que necesita ayuda. Yo le pido, que reconsidere que necesita usted ayuda y de la crítica para cambiar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que el seguir escribiendo o recomendandole cosas al Presidente, es bueno, sin embargo creo que él ni siquiera sabe usar el internet y quien le platique las notas que se escriben cambiará la versión a su antojo para barberear con su "Señor Presidente".
No veo por qué se esmeran tanto en agregarle el momte de "señor", entiendo que quien escribió esta carta si tiene la educación y la cortesía para dirigirse así a ese personaje, pero creo que no merece tantas atencionens y cortesias, no se las ha ganado, menos aún despilfarrando el dinero del presupuesto de los Tlaxquences tan miserable y vorazmente para andarse paseando en los mejores lujos vehiculares que existen, aunque el pueblo se ande metiendo en el lodo y padeciendo las inundaciones de la última tormenta que ha caido.
Yo recomiendo a quien escribe la carta abierta, tomando como epitafio esa frace que dice "No hay peor ciego que el que no quiere ver" y tanto el señor al que le apodan Presidente sin ganarselo a pulso con el respeto y con trabajo digno y servicios para su pueblo, como sus DESASESORES, aparte de ciegos son NECIOS, porque ya nos cansamos de corregirle tantas tonterias y no aprende o es un capricho el de cometer burrada tras burrada.
Por último comento que una de mis vecinas nos platicó que una señora humilde fue a solicitar un apollo al DIF mUNICIPAL DE Tlaxco y que en lugar de obtenerlo, lo que le dio Victoria Sosa Salinas FUE UNA GOLPIZA tremenda, además de insultarla con esa boca de soldadera que se carga, en la que le sobran todas las groserias e improperios del mundo. Hay que tomar otras medidas, hay que organizarse en serio y bien para corregir eso, ¡Ya basta de que nos presuman conque el Gobernador es su cuate y que no les hacen nada!, nosotros si podemos hasta quitarles el puesto que les quedo muy grande.

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