13 septiembre 2025

Editorial


Son momentos para recordar nuestra Independencia, la que nos da libertad de decir y de callar; la que nos hace responsables de nuestra existencia.
Son momentos para valorar el uso de las redes sociales para usar nuestra independencia, determinada muchas veces por nuestra calidad moral.
Momentos que pueden ser usados a nuestro favor o en nuestra contra. Momentos que también determinan lo que decimos justificadamente o por el simple hecho de que podemos teclear el vocabulario.
Fechas en que la modernidad nos acecha y en las que podemos justificar lo que hacemos y lo que decimos; justificar de una manera ingeniosa u ocurrente.
Días en que es delicado hablar de afición a la Fiesta Brava o del amor desnaturalizado a los animales (temas de por si interesantes y que necesitan un trato especial).
Período en que podemos acusar o aplaudir, libremente u obligadamente, a quien se nos pegue la gana o a quien nos dijeron que merece nuestro odio o nuestra lambisconería.
Tiempo en el que un día fuimos, y de repente dejamos de ser, y al mismo tiempo aborrecemos lo que adulamos cuando nos convenía o "amamos" lo que alguna vez dizque odiamos.
Es complicado ahora, porque defender lo que por naturaleza no es (y sobre todo, no somos), trastoca lo que deseamos que sea y por el simple hecho de no ser cumplido nos hiere el corazón y frustra nuestros intereses y derrochamos palabras al "sin ton ni son" porque las redes sociales lo permiten.
No basta pedir cada fiesta juegos mecánicos y banda, tampoco basta pedir honores porque sí, mucho menos olvidarse del daltonismo o de la dislexia, tampoco atreverse a enriquecer el ego esperando cualquier oportunidad; no basta esperar que explote una pipa o que haya una fuga de gas o que encuentren una "mina" de fentanilo o que me hagan un desdén para enlistar las palabras que "san google" me tiene recomendadas; no basta eso, se necesita entender el todo. Se necesita entender que un perro tratado como ser humano también pierde su libertad de Ser y es lo que quieren Sea; se necesita entender que el humano ha comido carne por más de mil años y romper de tajo con eso es como quitarle la ubre a un borrego recién nacido; se necesita entender que el problema somos nosotros y no viene de hoy, viene de hace tiempo, cuando algún ser viviente buscaba entretener la tripa y no sacaba su muleta para hacer bisteces, pero tampoco sabía que el chichicastle le causaba urticaria y no había dios para la piel.
Tal vez sea tiempo de usar las redes sociales responsablemente y saber que nuestra opinión cuenta, que debe ser escuchada, pero no porque griten, sino porque ha sido esculpida por la experiencia y por la búsqueda de la Verdad; no de Mi Verdad, de la Verdad.
Algunos le llaman Doble Moral, otros incongruencia, otros envidia, otros frustración, otros rencor, otros le llaman falta de Fe (no ha Dios, al Uno que somos Todos). Y eso destroza nuestra colectividad y la comunidad que somos; el ser incapaces de ser partícipes de la colmena.
Hay un ejemplo muy presente, de estos días, la fuga de gas en Nanacamilpa. Quienes la provocaron no pensaron ni en lo que hicieron ni en lo que dijeron para justificar su delito, sólo la hicieron y pudieron provocar muchas muertes, como en La Concordia, pero eso no lo juzgamos, sólo sabemos que hay un responsable.
Es tiempo de pensar bien todo, y si no, por lo menos aceptar que tal vez nos equivocamos.

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