29 enero 2009

Va de nuevo: la crisis

Macario Schettino Economía Informal
29 de enero de 2009
Según los reportes de prensa, los expresidentes que inauguraron el foro del Senado traen una gran confusión acerca de la crisis económica, que no dudo que sea compartida por nuestros senadores

Más todavía, parece que el público en general no ha construido una explicación del fenómeno económico, y de los retazos surge una explicación errónea que puede llevar a pésimas decisiones.Parece que hay muchos que creen que la crisis es resultado de un problema en el mercado financiero, atribuible a la codicia de unos, y la ineficacia o corrupción de otros, que deberían vigilarlos. El mismo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, eso dijo en su discurso de inauguración, como le dicen allá. Otro que está confundido, y más peligroso que los demás sumados.
La crisis que enfrentamos no es producto de un problema financiero, como tampoco Fobaproa en México fue eso. La crisis es un síntoma del problema, un síntoma suficientemente peligroso como para convertirse en causa de muerte, sin duda, pero es un síntoma. No es la enfermedad en sí.
El problema es el siguiente: durante ocho años, los consumidores estadounidenses (y en menor medida los de Europa, sobre todo Reino Unido y España) gastaron más de lo que tenían. Redujeron su ahorro e incrementaron su deuda. Tradicionalmente, es decir, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, los consumidores apartaban una parte de su ingreso para ahorrar, e incrementaban sus deudas en una cantidad menor que eso, de manera que la riqueza de ese país crecía año tras año. Entre 1960 y 1980, un consumidor promedio posponía casi 6% de su ingreso, para el futuro. Entre 1980 y 2000, esta cantidad se había reducido a 4%, pero entre 2000 y 2008 se volvió negativa: los consumidores dejaron de ahorrar y se endeudaron, de forma que empezaron a comerse un poco más de 2% de su ingreso, por encima de su ingreso.
Este endeudamiento pudo ocurrir porque el mercado no funcionó libremente. Cuando todas las personas deciden comerse el futuro, lo que debería ocurrir es que la tasa de interés subiera, porque la tasa de interés es el agregado de cuánto quieren posponer su consumo las personas. Si nadie quiere posponer, y todos quieren gastar lo que no tienen, la tasa debe subir, equilibrando el mercado. Pero no subió, y las personas no podían darse cuenta de que todos hacían lo mismo, y creyeron que sus excesos de consumo podrían ser financiados por los demás, que sí estarían ahorrando.
La tasa de interés no subió por dos razones, ambas decisiones de Estado. Una, de parte de la Reserva Federal, que decidió bajar las tasas de interés frente al ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001, y ahí las dejó, posponiendo una decisión obligada. En parte, esto lo hizo porque el mercado no presionaba las tasas al alza, aunque él debería haber sabido por qué, ya que aquí mismo lo dijimos varias veces, y es inconcebible que el gobernador de la Fed pudiera tener menos información que esta columna. (por ejemplo en: 9/nov/00, 13/sep/01, 8/mar/04, 9/feb/05, 2/may/05, y especialmente 1/mar/06).
Y aquí viene la parte clave de la crisis: China ha mantenido su moneda subvaluada durante toda la década para poder exportar cada vez más a Estados Unidos, y con ello mantener un ritmo de crecimiento monumental. Para no tener que ajustar su moneda, China evitaba un mayor aumento de sus reservas regresando a Estados Unidos una gran parte de dólares que obtenía por sus exportaciones. Compraba bonos del Tesoro, pero también papeles de cualquier tipo. El caso era no quedarse con los dólares, para que éstos no fuesen relativamente abundantes, y por tanto menos valiosos frente al yuan. En menos palabras, para no revaluar el yuan.
El exceso de ahorro de chinos (y japoneses) en Estados Unidos mantuvo la tasa de interés artificialmente baja por muchos años. Los consumidores estadounidenses, viendo una tasa de interés baja, decidieron comprar más, porque gastarse el futuro resultaba barato, mientras que ahorrar no tenía sentido (porque les pagaban poco). Este consumo mayor de los estadounidenses significaba que los chinos podían vender más, claro, y China seguía creciendo con singular alegría.
Los estadounidenses, en los nueve años que llevamos del siglo, se comieron el equivalente al 20% del PIB de Estados Unidos con dinero que no tenían. Si quiere usted comparar con lo que antes ahorraban, el número es horrible: 58% del PIB. Digo que es horrible porque esto es lo que hay que pagar ahora. Sin lugar a dudas, más del 20% del PIB de Estados Unidos, pero difícilmente ese segundo numerote, que indica algo así como la cota (muy) superior del problema.
Con dinero barato y muchísima gente comprando de todo, los financieros exageraron en el número de fraudes y malos manejos que normalmente hacen, y esto es lo que se hizo evidente a partir de septiembre pasado. Pero, como en nuestro Fobaproa, los fraudes y abusos son pequeños comparados con el tamaño del problema. Ojalá castiguen a los abusivos y tramposos, pero no crea que con eso se resolverá. Es cuestión de ética, no de economía.
En materia económica, la crisis es fácil de explicar: hubo millones de personas que gastaron de más, y ahora tenemos que cubrir esos excesos. Muchos de esos millones de personas pagarán una parte grande, perdiendo sus bienes y sus ingresos, pero habrá otros millones que no teníamos nada que ver y que pagaremos, en una reducción general del bienestar mundial. La forma en que se distribuya este costo, entre las personas pero sobre todo en el tiempo, determinará la forma en que se recuperará el crecimiento, en algún futuro no tan cercano.
No espero que los expresidentes lean esto y corrijan su interpretación, y tengo serias dudas de los senadores, pero usted ahora ya sabe lo que pasa, y no lo podrán engañar tan fácil.
EL UNIVERSAL

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