Autor: Dominio Popular
Texto y edición de Jorge Esteban López García
Cuentan que un día de tantos la esposa de Don Aristeo Zamora, pidió a él que le comprara unos zapatos, "porque los míos ya están muy viejos, necesito nuevos." Él aceptó y cuando por fin llegó el día de ir a la capital a traerlos, le dijo que se acercara. Se agachó y estirando el dedo índice de cada mano, tomó la medida del pié.
Eran pocos los autobuses que pasaban por Tlaxco y se llevaba tiempo llegar al destino programado, por eso se tenía que apurar. Fue entonces que llegó a la "parada", donde eran las tortas de Don Arturo Fránquiz, con las manos a la altura del pecho, cuidando la medida.
Subió tranquilamente, seleccionó el mejor asiento, se acomodó, con los ojos cerrados se encomendó a Dios y que arranca el camión. Ya cerca de su destino, cuidando que la medida no se hiciera ni más grande ni más chica, se le ocurre pasar al cobrador.
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