De Política

 Por Jorge Esteban López García

Es un hecho que Diana Torrejón y Agustín Nava ya son candidatos a la diputación local del Distrito 2, nadie más nos ha dicho "acá estoy", pero también es un hecho que hay más, por ejemplo, Gardenia Hernández, quien espera que no le pase lo mismo que a su amiga de batalla, Michaelle Brito.

Tlaxco es un municipio difícil para la política, lo han acostumbrado a los regalos y a besar la mano, a darle respeto a los gobernantes como si fueran dioses, que ni los dioses se dejaban besar la mano, porque eran inalcanzables.

Diana Torrejón va por el campo, nos platica sus proyectos, sus sueños, su ideología de pueblo, no sólo con un partido. Agustín Nava no ha platicado mucho, pero es candidato del pueblo, sabe dónde duele. Gardenia Hernández ya es muy conocida, bien o mal, conocida; pero tiene una característica, creer que nos hace un favor.

Nuestro pueblo, todo, las 38 comunidades, debe gritar. Quedarse callado ahora sería el peor error de la historia del municipio. Quedarse callado frente a espejismos y retóricas acumuladas por el PRI, PAN, PRD, Morena y etc., es de Idiotas (busquen el verdadero significado de la palabra, no se queden con su sentido personal).

He analizado a los candidatos, a los que más suenan, y las ideas frescas son las que más atraen, pero temo que sean las más frágiles, las que sean débiles ante el virus de la demencia y la prepotencia y la soberbia; para eso no hay vacuna. Rezo para que sea diputado la/el que sepa qué es y cómo hacer política, no el que crea que ser político es mandar al pueblo y abrirlo y cerrarlo a la hora que se le dé la gana.

Tlaxco, mi pueblo, así lo llamamos todos, mi pueblo, merece ciudadanos, políticos, no grilleros, no mitoteros, no necios, no ambiciosos que sientan que Dios los ha elegido para liderar el paraíso terrenal. Tlaxco ya merece respeto y ojalá los tlaxquenses lo exijan, porque de seguir así, Tlaxco estará lleno de chaqueteros, chapulines, chayoteros, vendepatrias, malinchistas y maiceados, gente sin ideología, que piensa que cobijándose en una bandera de algún color, ya es parte de los elegidos y se irá al cielo.