Por Julio César Ascencio Quiroz
La UNESCO instituyó que el tercer jueves del mes de noviembre de cada año se celebrara el día Mundial de la Filosofía. Paradójico, pues seguramente, si se hubiera puesto a discusión, los filósofos no se habrían puesto de acuerdo para establecer un día. Habrían preguntado, no sólo qué es la filosofía, también, si existe algo qué celebrar, u otras minucias más de las que acostumbran los filosofantes.
No contestando la pregunta, demos un pequeño rodeo, y, digamos algo sobre la festejada. Si bien es cierto que difícilmente se puede ofrecer una definición que aglutine todo el pensamiento vertido sobre la madre de todas las ciencias, existen ciertas ventanas desde donde podemos ver su comportamiento, y de alguna manera, caracterizarla o contar algo sobre su actuar.
La filosofía es una parte de la conciencia social. Debe ser evidentente para todos. Si se detiene un poco cualquier persona a pensarlo, todos tenemos algo de filósofos. El filósofo piensa, todas las personas piensan. Es cierto que pensar filosóficamente requiere de cierto esfuerzo, como cualquier oficio, si que quiere ser diestro en algo hay que practicar, es decir, si se quiere ser filósofo, si se quiere ser pensador, hay que aprender a filosofar, ejercitar el pensamiento, y seguramente, con el tiempo se habrá de desarrollar un pensamiento penetrante.
He ahí una de las cualidades por las cuales festejar el día Mundial de la Filosofía, por el sólo hecho de que exista un día en el cuál se recuerde que debemos pensar, pensar con penetración, un día que se recuerde lo necesario que es pensar filosóficamente. No es poca cosa. En una época histórica dónde se ataca sin miramientos al pensamiento crítico, pensar es lo más revolucionario.
Decía que la filosofía es parte de la conciencia social y como tal tiene una utilidad muy simple, pero muy compleja. Me explico. La filosofía enseña al individuo el lugar que ocupa en la sociedad. Al cuestionarse el individuo sobre su simple existencia, llega, necesariamente, a dos resultados, el primero tiene que ver sobre su reconocimiento como individuo que existe en un lugar y un tiempo determinado, es decir, soy Enrique, que existe, vive en Tlaxcala en el año tal; la otra tiene que ver con darse cuenta que como individuo existe y forma parte de un todo llamado sociedad, en la cual desempeña una tarea, a veces independiente a su voluntad. Dejémoslo así para no meternos en más detalles. Por lo pronto está idea nos sirve. Resumiendo, la filosofía me sirve para reconocerme como individuo que existe y que forma parte de una sociedad.
Ahora bien, está reconocer no siempre es positivo, a veces la existencia angustia, le tememos, da vértigo pensarse como par de un algo, llamado sociedad, que funciona sin que dependa de mí, es más independientemente de mi. Pero el sólo hecho de ubicarnos ahí, nos permite dar un siguiente paso en este esfuerzo por pensar. Ahora que ya sabemos que existmos, podemos dejar de pensarnos a nosotros y dirigir esa poderosa herramienta hacía afuera. Ya que tenemos la mente fijada en la sociedad, la podemos estudiar, medir, palpar, analizar, encontrar sus defectos, sus virtudes, y hora si, después de haberla estudiado, disponer a cambiarla. Quizá no, quizá sólo convivir con ella, con la sociedad y la naturaleza.
La filosofía nos ha llevado de la mano a conocer la libertad. La libertad de "ser", de actuar, de pensar. Somos libres de decidir. Decidir, por ejemplo, si festejar o no el día Mundial de la Filosofía. Por mí parte creo que hay mucho por lo que que se puede festejar.
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