24 abril 2018

Debates y más Debates

Por Jorge Esteban López García

Aprovecho para agradecer y enviar saludos a Don Richard, quien en una de sus publicaciones, recordó mi santo y mi gusto por la política.
También aprovecho para, aunque sea de una manera sencilla, decir que existe la propuesta de un debate entre los candidatos a diputados locales, propuesta que se haría para beneficiar la calidad del voto y no para evidenciar defectos o provocar peleas que no ayudan a la verdadera democracia. Por eso mismo los convoco, a través de este medio, a una reunión urgente para ponerse de acuerdo sobre esta herramienta electoral.
Yendo a otra elección, obviamente, evitando opinar sobre la local, me atreveré a calificar el debate de ayer: Poco nutritivo. Empiezo con algunas anotaciones que hice y que hacen evidente la falta de interés sobre la objetividad de la Política.
Regalar dinero de los que trabajamos. Bronco dijo algo parecido, como dijo otras barbaridades. Con esta frase pareció decir que los de Nuevo León son los únicos que trabajan y que el resto del país, el pobre, no lo hace y no tienen por qué mantenerlos. Luego, Bronco dijo que AMLO dice barbaridades, pero empieza con las suyas, que sí lo son: Todas las preparatorias serán militarizadas; al ser cuestionado sobre el matrimonio entre homosexuales, dijo cínicamente que cree en el matrimonio, que se ha casado tres veces y que cada quien se puede casar con quien quiera; explicó que los traviesos son los otros, no los que le ayudaron a conseguir extrañas firmas; dijo que hay que cortar las manos a los delincuentes y lo más razonable: Correr a todos los flojos del gobierno.
Pero todos, absolutamente todos, ponen palabras en los otros. Interpretan para su beneficio lo que cada quien dice, sobre todo lo que dice López Obrador. Lo que hace a este debate un tiroteo dirigido sobre todo a uno, aunque alguien trató de aparentar algo diferente. 
Ademanes, tono de voz y discurso priista, al estilo de Salinas de Gortari, fue el que usó Meade para presentarse en este debate, que para muchos fue novedoso en su realización. Siguiendo con José Antonio, él insiste que Andrés se asocia con el mal y el resto fue el mismo discurso del PRI. Promesas que todos sabemos y evadió algunas críticas que le hicieron a él y al partido, por ejemplo, dijo que él es el primer candidato del PRI que no es corrupto, es decir, su nuevo partido también es corrupto, pues dijo que el PAN también lo es.
Otro candidato, Obrador, usó el discurso que ya conocemos y que lo mantiene como fiel a su proyecto de nación, contrario a quien cree en Dios y se cambia a cada rato de religión y/o de esposa. Pero lo simpático y lo que provoca que lo llamen "naco", "ignorante", "mesías", "héroe", "ingenuo", "fantasioso", etc., es la forma de burlarse de los nobeles políticos, siendo sarcástico. En fin, se mantuvo con sus propuestas y los golpes que le daban los esquivó, no bajó la guardia, lo cual hizo que el debate no fuera tan divertido como se esperaba y que su participación fuera "aburrida".
Anaya insistió con interpretar la Amnistía de Obrador y atacarlo, no dejaba de atacarlo, lo cual hizo que el protagonista fuera éste y no el PAN. También creyó que el debate era para hacer y comprometer y evidenciar a los candidatos, no para hacer propuestas. También habló de la revocación de mandato, de reconocer la deuda histórica y de atender a los pobres, lo cual todos los candidatos han hecho y cuando llegan a Los Pinos se les olvida que era una de sus principales propuestas. Lo más fuerte de Ricardo fue su prepotencia, o sentirse superior a los otros candidatos: Nuestra coalición es la única que le puede ganar a AMLO, después quiso decir que es una pelea entre dos proyectos de nación, haciendo a un lado a los otros aspirantes a la silla presidencial.
Y Margarita hablaba nerviosa, no se creía su discurso, sabía que no subía y que todo fue diferente a lo que ella planeó. Entonces, su tono de voz capitalina, contrario al tono de voz de un tabasqueño, o de un priista, o de un niño consentido o de un déspota norteño, la hicieron ver muy poco y no se dio cuenta que sus propuestas fuero similares a las de su esposo, sino es que iguales.
El asunto es que el humor siempre sobresale y todos coinciden en que el ganador fue Meade, pues de perder una apuesta, Obrador le regalaría tres departamentos.

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